El OLIVO
Origen
La historia del aceite de oliva, aceite procedente de los frutos del olivo (Olea europea L. ) está entroncada con la historia de la humanidad y de la cuenca mediterránea en particular. Existen muchas hipótesis válidas en relación con su nacimiento; para unos, es originario de Asia Menor, para otros proviene de las costas de Siria, Líbano e Israel.
Su presencia en Europa se atribuye a los comerciantes fenicios que lo introducen vía Chipre, Creta, Islas del mar Egeo, Grecia y más tarde Roma. Griegos y romanos extendieron su cultivo por África y Europa al paso de sus conquistas.
En la Edad Media, el aceite de oliva, pilar de la alimentación de los romanos, desapareció por completo del Norte de Europa. El único lugar donde se le podría ver era en las catedrales con motivo de la coronación y ungimiento de un rey. Este aceite se convirtió en algo tan precioso que se le consideraba como un tesoro.
En España su cultivo se impulsa por toda Andalucía durante la dominación árabe, haciéndose un árbol característico de la idiosincrasia de esta región y convirtiendo a España en el primer productor de aceite de oliva del mundo.
Franceses, Italianos y Españoles pudieron seguir consumiendo el aceite de oliva que producían ellos mismos, pero en el norte, ante la imposibilidad de importarlo de África, a la sazón en manos de los árabes, los hombres tuvieron que aprender a utilizar en su cocina la mantequilla.
En el siglo XVI Las carabelas españolas difunden el olivo por América; a partir de 1560 se encuentra en Perú, Las Antillas, Chile, Argentina, México, California. Hoy día el olivo se implanta y gana terreno en todas las partes del mundo donde el sol lo permite.
A través de los siglos las distintas civilizaciones lo utilizan, no sólo como alimento, materia prima para el alumbrado y ungüento medicinal, sino también como aceite sagrado destinado a las unciones, a los juegos rituales y a las hogueras de sacrificio.
Después de 40 días y 40 noches de lluvia y 150 días de navegación, llegó al Arca de Noé una paloma, portando una ramita de olivo, signo de vida.
Cultivo del olivo
Cultivo y recolección:la calidad nace en el campo.
El olivo, Olea europaea, pertenece a la familia botánica Oleaceae y es la única especie de esta familia que produce un fruto comestible. Es una de las plantas cultivadas más antiguas, pues sus orígenes datan de unos 4.000-3.000 años antes de Cristo en la zona de Palestina. Actualmente, el 95% del terreno mundial cultivado se encuentra en el área mediterránea.
Como todo producto que se obtiene de la tierra, la calidad del aceite de oliva virgen extra parte del campo. Hoy en día, existen técnicas de cultivo muy avanzadas pero, lógicamente, se ven muy condicionadas por el medio en el que se sitúa el olivar, la forma en que se ejecuta una plantación, la variedad empleada y el clima.
Es fundamental seleccionar una planta de calidad, bien desarrollada y sana, y no utilizar terrenos con problemas fitosanitarios que puedan comprometer el futuro de la plantación.
El cultivo del olivar es propio de climas mediterráneos, caracterizados por inviernos suaves y veranos largos, cálidos y secos. El olivar se ha cultivado tradicionalmente en condiciones de secano y solía estar formado por troncos de tres pies, situados en marcos de plantación de 70180 olivos / ha. En la actualidad, la mecanización de la recolección, que resulta mucho más rentable al agricultor, obliga a adecuar estos marcos. Por este motivo, los agrónomos recomiendan densidades de unos 200 a 240 olivos de un solo tronco por hectárea, en secano.
En los últimos años se habla de las plantaciones superintensivas de olivar (1000-2000 olívos/ha), pensando en obtener a muy corto plazo una máxima producción. Pero, por el momento, no existe una sólida base científica que lo respalde.
Aunque, tradicionalmente, el olivar es un cultivo de secano, se ha comprobado experimentalmente que la práctica del riego aumenta considerablemente el rendimiento de sus frutos, incluso cuando las aportaciones de agua son muy reducidas.